Drama en Fraijanes y Poás por los efectos del terremoto
LA TIERRA AÚN SE MUEVE Y EL PUEBLO ENTERO LLORA
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La casa del señor Juan Bautista Quesada, en Poasito, quedó destrozada por la fuerza del terremoto. Tenía más de 40 años de construida en las faldas del Volcán Poás. |
Poás de Alajuela.- Todavía el suelo se mueve en Poás. La fuerza de la naturaleza aún se hace sentir, aunque con menor potencia que el jueves anterior, empero el susto no pasa. En cada suspiro de un niño, inocente e inconsciente de la tragedia, se vive una réplica del sismo.
Basta estar un par de minutos en alguno de los improvisados campamentos para darse cuenta de la magnitud de los daños. En Fraijanes, Sabana Redonda, Poasito y muchos sitios de Alajuela el pánico y el dolor se miran en cada rostro. No es para menos. Se quedaron sin casa, en cuestión apenas de 20 segundos.
DIARIO EXTRA recorrió la zona cercana al Volcán Poás, en el anillo del epicentro, para encontrar historias de sobrevivientes, en medio de un pueblo que llora el desastre.
• Quedó en la calle, pero...
VIVE DE MILAGRO: LE CAYÓ CASA ENCIMA
Estaba con su esposa y su nieta viendo televisión. Un minuto antes del terremoto lo dejaron solo en el sillón. La señora salió al patio. De pronto la tierra se movió fuerte, muy fuerte y la casa se empezó a desplomar.
Los pedazos de concreto, las láminas de zinc, los trozos de vidrio y todo cuanto había en la casa se fue al suelo.
Pero de milagro, al menos así considera el propio sobreviviente, Juan Bautista Quesada, exactamente en el lugar donde él estaba no cayó nada.
“Solo quedó ese espacio. Fui protegido por Dios, no me explico cómo solo un metro cuadrado quedó sin que cayera nada encima y era justo donde estaba yo. Estoy vivo de milagro” manifestó sorprendido.
Quesada tenía 16 años de vivir en su humilde casa en Poasito, junto a su esposa Donely Calvo, de 64 años.
“Ahora no sé qué vamos a hacer, no tengo adónde ir con mi señora. Al menos un familiar me prestará un cuartito por unos días”.
• Gran cantidad de habitantes de Vara Blanca refugiados en Poasito
“RESCATÉ A MIS ABUELOS POR UNA VENTANA”
El poblado de Vara Blanca de Heredia quedó prácticamente despoblado. Toda la gente fue evacuada o escapó por sus propios medios de la región más afectada. Uno de ellos es Jonathan Paniagua, de 16 años, quien fue el más valiente de su familia y alistó a sus papás y hermanos para huir hacia Poasito.
Ayer, con mirada clavada al césped del campo de fútbol de Poasito, repasó cada instante del terremoto que destruyó la vivienda en la que siempre vivió.
“Fue algo terrible, todo se caía, se escuchaba un rugido tremendo. No sabía qué hacer porque estaba solo en mi casa. Pero salí a como pude y recordé que mis abuelos estaban solos. Al llegar vi que el techo se había caído y estaban atrapados. Todavía no sé cómo pero los saqué por una ventana y los llevé a un sitio seguro”.
“Es muy triste pensar que cuando uno regrese al pueblo, si es que se puede, todo va a estar destrozado” dijo Paniagua a DIARIO EXTRA, mientras acariciaba a sus perros, “Mota” y “Pulga”, a quienes también montó en pick up.
Es en ese cajón donde permanecerán por tiempo indefinido. Se convirtió en su vivienda temporal y en ese espacio duermen los cinco miembros de su familia, pues sus abuelitos permanecen con familiares en Heredia.
• Viejita pasa las noches en cajón de un camión
“EN 86 AÑOS NUNCA VIVÍ NADA PARECIDO”
Con 86 años de vida, la señora Audely Herrera nunca se había llevado un susto como el del jueves a la 1:21 de la tarde. Le movieron el piso como nunca antes, como ella misma dijo.
Tiene toda su vida de vivir en las faldas del coloso del Poás, siempre con el olor a azufre y la amenaza de un temblor presentes.
“Fue algo terrible, nunca había vivido algo así. Gracias a Dios ni a mi ni a nadie de mi familia nos pasó nada”.
Sin embargo, junto a sus hijas Vera y Marlene prefirieron buscar refugio en el campamento instalado en la Plaza de Deportes de Poasito.
“Mejor nos vinimos para la plaza, para estar más seguros y acompañar a muchos vecinos. Es un momento muy difícil para la comunidad” dijo.
“A la hora del temblor yo estaba en el patio, acababa de almorzar y le dije a mi hija que tomaría un poquito de sol. Me caí por el movimiento, pero no fue mucho, solo un raspón en el brazo”.
En un cajón de un camión pasa la noche junto a otras 14 personas y confía en que la naturaleza la deje retornar pronto a su hogar.
• Mujer desesperada: estaban de paseo en Vara Blanca
HACE DOS DÍAS NO SABE NADA DE SUS HIJAS
Le cuesta sacar sus lágrimas porque el dolor es muy grande. Teme lo peor aunque tiene esperanza de que sus hijas estén con vida. La señora Yamileth Álvarez, vecina de la Laguna de Fraijanes, baja todos los santos deseando que aparezcan pronto sus hijas, Joselyn de 16 años, y Marta Fabiola, de 14, quienes estaban de paseo donde la madrina del hermano en Vara Blanca, lugar del epicentro del terremoto.
“No sé nada de ellas, están desaparecidas, no me llaman y temo que estén muertas. Nadie me da razón de ellas, quisiera tenerlas conmigo para quitarme este dolor tan grande”.
Asegura que no tiene ni teléfono ni medio de comunicación a la mano, así que a través de la Cruz Roja cifra sus esperanzas.
“Ellas se fueron de paseo desde el lunes pasado, siempre iban por allá. Según me cuentan se vinieron caminando desde Vara Blanca, ya lo han hecho antes. Tengo mucho miedo con tanto derrumbe que hay” manifestó al periódico de más venta en Costa Rica.
Álvarez es madre de otros dos niños, quienes se quedaron con unas tías en Dulce Nombre de San Isidro de Heredia, mientras ella duerme en albergue montado en Laguna de Fraijanes, a la espera de sus hijas.
• Familias completas duermen en media plaza
“NO DORMIMOS NI UN MINUTO POR LAS RÉPLICAS”
Las más de 600 personas que están refugiadas en albergues de la zona de Poás, Poasito y Fraijanes no pegan los ojos ni para dormir. El sueño los vence, claro está, pero el temor a otro temblor fuerte les causa insomnio.
Casi 2 mil réplicas se han sentido desde que se dio el terremoto. Así que la tierra está en constante movimiento.
“No dormimos ni un minuto por las réplicas. Uno se acuesta y siente cuando se mueve. Los chiquitos se asustan y es mucho el miedo que hay” dijo a DIARIO EXTRA, Cindy Bermúdez, una de las damnificadas y quien tiene el césped como cama para su pequeña Krystel.
“Está uno con un ojo abierto siempre, viendo en qué momento se da otro terremoto” narró Karen Bermúdez, otra de las afectadas del Precario Santa Fe, en Laguna de Fraijanes.
“Lo que más nos preocupa es la comida y la leche de los chiquitos. Ojalá el presidente Arias cumpla sus promesas” dijo Cindy.
• Madre de niña fallecida por derrumbe en Fraijanes:
“CUMPLÍ MI SUEÑO DE VERLA GRADUARSE”
Por su mente pasa el momento en que su hija le dijo que prefería quedarse sola en casa que acompañarla a hacer unas rápidas compras. Fueron pocos minutos, pero suficientes para que Dios se llevara a su pequeña.
La señora María Esther Picado, madre de la niña Ana María Rodríguez Picado, quien falleció enterrada dentro de su vivienda en el precario La Esperanza en Fraijanes de Alajuela, era consolada ayer por muchos vecinos y amigos.
La madre de la víctima recordó que al menos Dios le permitió un sueño que siempre tuvo. “El día de su graduación, hace poco en diciembre, fue algo que soñé toda la vida, era mi única hija y quería que estudiara y fuera una profesional. Al menos me dio esa alegría, además de todas las que me daba día a día”.
“Ella quedó sola en la casa, pero cerca había una vecina que la cuidaba, pero fue cuestión de segundos para que quedara sepultada” explicó.
Picado la recuerda como “una niña ejemplar, que siempre me ayudaba en todo lo de la casa y era muy servicial. Ahora está en el Cielo y aunque me cueste mucho yo y mis cinco hijos tendremos que continuar adelante” declaró.